Una investigación realizada por la universidad de Maryland. En Baltimore USA. Revela que las mujeres hablan 13 mil palabras más que los hombres, según los científicos esto se debe a una proteína que se encuentra en altos niveles en nuestro cerebro, llamada proteína del lenguaje, de acuerdo con otras cifras las mujeres reproducen al menos unas 20 mil palabras al día, mientras que el masculino no más de 7 mil .Las mujeres efectivamente hablan más porque tienden a detenerse en detalles que los hombres no ven generalmente, al estar inmersas en un mundo que les exige verse bien, ser buenas amas de casa y en lugares donde hay que adaptarse bien y de forma correcta observan otros aspectos de la realidad ,quiero comentar también algo curioso de la lengua, la lengua no descansa, ni durmiendo ella sigue ocupada empujando la saliva hacia la garganta, entonces en vez de ver una desventaja en ésta particularidad de nosotras como mujeres saquémosle provecho, que la ventaja de hablar más sea usada positivamente como hijas y siervas de Dios.
Vayamos a lo dice la Biblia en Isaías 50:4 “Jehová el Señor me dio lengua de sabios para saber hablar palabras al cansado.” El texto que leímos incluye la lengua de las mujeres sabias, la lengua tiene un gran potencial para abusar, pero también puede ser un buen instrumento para proclamar la palabra de Dios, toda mujer cristiana piensa antes de hablar, al hacerlo selecciona palabras que edifiquen y no que destruyan, habla con suavidad para aplacar la ira en vez de alimentarla, su nivel de comunicación evocará confianza o desconfianza, infundirá aliento o temor en quienes le rodean y determinará en gran medida el entusiasmo con el que le sigan los que guía , no el que habla mucho es el que dice mucho porque nuestras palabras pueden ser vacías, sin el objetivo sabio de bendecir. Entonces... ¿qué palabras debemos emplear para poder transformar este mundo y las personas que nos rodean? ¿Qué debemos saber para tener ese hablar que transforma y que cambia vidas? Primero veamos el poder de la lengua:
I. EL PODER DE LA LENGUA.
Santiago 3.1-4, nos está hablando de uno de los problemas que más frecuentemente tenemos los cristianos y es que no somos capaces de controlar nuestra lengua, Santiago dice que entonces tampoco podremos controlar todo nuestro cuerpo. La advertencia en Santiago 3:1, es en cuanto a ser maestro pues lleva implícita una gran responsabilidad entendemos que la humildad es un requisito necesario para la buena enseñanza, significa llevar palabras de vida a los que perecen, edificación a los creyentes. No tratar con ligereza el poder del habla porque trae juicio, no os hagáis maestros no es para desanimar sino para reflexionar con oración y estudio el don de enseñar y el uso que damos a la lengua al enseñar.
Santiago nos ilustra con figuras (freno de los caballos, timón de una nave, pequeño fuego) para impresionarnos del poder que tiene la lengua y la urgencia de tener cuidado con lo que hablamos (v.2) “porque todos ofendemos muchas veces…” una de las maneras más fáciles es con las palabras y si alguno nunca lo ha hecho entonces es varón perfecto, consideremos que la epístola a Santiago es demasiado personal , Job y Pablo también se enfrentaron a éste problema. (Job 40.4 Hechos 23:1-5).
Si alguna persona ha aprendido a hablar con cuidado, de manera que no ofende con sus palabras, esta persona es madura, balanceada, en control de sí misma en cualquier situación .El Señor Jesucristo siempre cumplió con estos requisitos. Aprendemos de la lengua que:
- Puede hacer grandes cosas v.5
- Puede causar un gran problema v.5-6
Un gran incendio empieza por una pequeña chispa, así por una palabra destructiva podemos causar un gran problema, si se rompe algo lo pagamos, si robamos lo devolvemos pero ¿qué hacemos cuando decimos algo mal? Es algo irreversible.
3. La lengua es indomable 3.7-8.
“ningún hombre” puede domar la lengua, pero Dios sí. De manera que la lengua necesita sumisión, así como el caballo o la nave también la lengua necesita tener un control, no es algo extraño. Solo cuando el creyente se somete a la dirección del Espíritu Santo y a la instrucción de la Palabra de Dios, su lengua se convierte en una fuerza tremenda para el bien, para alabar a Dios y para traer bendición a los demás