ESTRATEGIAS MISIONERAS EN LA BIBLIA. I

Proverbios 23.7 nos dice que “cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.” Jesús dijo que “el hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; …porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lc. 6.45). Pablo bajo inspiración dejó muy claro que “con el corazón se cree para justicia” (Ro. 10.10) y afirmó: “cada uno dé como propuso en su corazón” (2 Co. 9.7). Es decir, la Biblia nos muestra que nuestro corazón determina nuestra salvación, nuestro carácter, nuestro mensaje y nuestras acciones.


   Cuando entramos al campo de las misiones es igual: Nuestra teología determina nuestra praxis. Si entendemos que la Misión se originó en Dios, que la Meta de la Misión es Dios, y que el Medio de la Misión también es Dios, nuestro actuar será teocéntrico y sujeto a Su Palabra. No todos los que se llaman cristianos sostienen lo dicho anteriormente. Por ejemplo, considere la siguiente cita:

“…es necesario ir más allá y escribir sobre el significado de la misión para nuestra propia era, tomando en cuenta que el tiempo presente es fundamentalmente diferente de las épocas en que Mateo, Lucas y Pablo escribieron sus Evangelios y Epístolas a la primera y segunda generación de cristianos. Las profundas diferencias entre aquella época y la nuestra implican que no es suficiente apelar de manera directa a las palabras de los autores bíblicos para aplicarlas una por una a nuestra situación. Debemos, más bien, con liberad creativa pero responsable, prolongar la lógica del ministerio de Jesús y de la Iglesia primitiva de una manera imaginativa y creativa a nuestra propia era y a nuestro contexto1 . (énfasis del autor).

   De modo que en estos días de auge misionero, como bautistas que sostenemos que la Biblia es nuestra regla de fe y práctica, debemos reafirmarnos en basar nuestra acción misionera en la Palabra de Dios. Por ello, consideraremos la estrategia misionera de Jesús, la estrategia bajo la cual Dios guió al apóstol Pablo, y la estrategia divina reflejada en el apóstol Juan.

Estrategia Misionera de Jesús.

 

En el Antiguo Testamento.

  1. Es muy claro en las Escrituras que la Trinidad en pleno ha estado activa desde Génesis 1.1; creando, ordenando y tratando con el hombre. Gn. 1.2, 26-27; Job. 26.13; Col. 1.16; Jn. 1.3; He. 1.8-10.
  2. Cada vez que en el A.T. alguien vio a Dios, en verdad vio a Jesús hecho visible o materializado. Jn.1.18; 1 Ti. 6.16.
  3. Por ejemplo, ¿Quién se apareció a Abraham, a Jacob y a Moisés? Ex. 3.1-10; Jue. 2.1-2.
  4. Jesús Pre-encarnado, como el Ángel de Jehová o materializado como hombre, participó activamente en la Misión, revelando a los hombres la Persona y las obras de Dios con el fin de traerlos a la comunión con Él.
  5. Si Adán vio una Teofanía, era Jesús Pre-encarnado tratando de guiarle al arrepentimiento inmediatamente después de la Caída. Gn. 3.8-21; 16.6-14; 18; 22.11-18; 32.22-30; 35.9- 13; Jos. 5.13-15; Jue. 13.2-23; 2 R. 19.34-35.

En el Nuevo Testamento.

  1. Algunos visualizan así la relación entre Dios y su creación: (Todos de la misma esencia, pero disminuyendo en su calidad)

    Dios----espíritus----hombre----mujer---- animales----plantas----cosas.
  2. Otros no llegarían tan lejos, pero piensan que el hombre es en naturaleza como Dios, sólo que en menor potencia. Inclusive los Mormones piensan que el hombre puede ascender hasta llegar a ser como Dios, porque Dios fue hombre como nosotros.
  3. Bíblicamente entendemos la relación entre Dios y su creación, de la siguiente Manera:

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  4. Es decir, ni los ángeles ni los hombres  tenemos la naturaleza divina; somos criaturas con semejanza ética, pero no igualdad ontológica.  No seremos Dios, no seremos parte de la Trinidad, ni seremos dioses con poderes menores; seremos criaturas glorificadas, pero siempre criaturas.
  5. 2 Pedro 1.4 dice que Dios nos ha dado promesas para “llegar a ser participantes de la naturaleza divina”. El hombre en sí mismo no participa de la naturaleza divina; Pero quienes en arrepentimiento hemos puesto nuestra fe en Cristo sí participamos de obras divinas que afectan radicalmente nuestro ser: El nuevo nacimiento3, la morada del Espíritu Santo, la futura glorificación y perfecta santificación.4
  6. Cristo es el único que ha cruzado esa inquebrantable división ontológica entre el Creador y Su creación: Cuando al encarnarse tomó naturaleza humana sin perder Su naturaleza divina.  Él ha unido en una sola Persona las dos naturalezas.  Jn. 1.1, 14; Col. 2.9; Ap. 2.8.5

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  7. Cristo no sólo se identificó con la raza humana caída, sino que se hizo parte de ella… pero sin pecado. He. 2.14; 4.14-15; 1 Ti. 2.5.

C. En su Ministerio Terrenal al Obrar la Salvación. 6

1. Selección de hombres:

a. “No se preocupó por programas con los cuales llegar a las multitudes, sino por los hombres a quienes las multitudes habrían de seguir.” Jn. 1.35-51; 4.4-42.  “No se puede transformar el mundo a menos que se transforme a los individuos que lo componen.” Lc. 6.13-17; Mr. 3.13-19.  “Cuanto menor es el tamaño del grupo al que se le enseña, tanto mayor es la oportunidad para impartir una enseñanza eficaz.”

b. Sin descuidar a las multitudes: Mt. 9.36-38; Jn. 12.19;  Lc. 10.1; 1 Co. 15.7.  En un sentido, las masas son fáciles de manipular, pero “¿De qué le hubiera servido para su objetivo final el suscitar el entusiasmo de las multitudes y hacer que lo siguieran si esa misma gente no iba luego a tener quien los dirigiera e instruyera…?”

c. Seleccionando entre sus seleccionados: Mr. 5.37; 9.2; 14.33.

d. Seleccionando líderes para Su Iglesia: Ef. 4.11

2. Asociación: Jesucristo permaneció con sus discípulos para entrenarlos.  Mr. 3.14; Lc. 6.13.

a. “…En el curso de su segundo y tercer años de ministerio Jesús cada vez dedicó más tiempo a los discípulos escogidos…”  Mt. 15.21, Mr. 7.24, 31; 8.10, 27; 10; Jn. 11.54.

b. En menor grado, Jesús procuraba pasar tiempo con los nuevos convertidos: Lc. 19.7; Jn. 4.39-42.

c. Los discípulos fueron gradualmente impactados por presencia de Jesús con ellos.  “De todo lo escrito acerca de Jesús, como una mitad sucedió en los últimos meses de su vida, y la mayor parte de ello en la última semana.”

d. “Todas las diez apariciones de Cristo después de la resurrección fueron a sus seguidores, en especial a los apóstoles.”  Hch. 10.40-41; 1 Co. 15.4-7.

e. El principio de la asociación hace clave hoy el rol de la Iglesia local, como un cuerpo concreto de asociación entre creyentes.7

3. Consagración: entrega y disposición.

a. Jesús no pidió exactamente lo mismo de todos sus discípulos o candidatos a discípulos, pero a todos les exigió poner a Dios en el primer lugar de sus corazones y estar dispuestos al sacrificio:  Mt. 16.24-25

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b. La decisión de seguir a Jesús debía ser voluntaria.  Jn. 6.67

c. Cristo nunca aseguró prosperidad material a sus seguidores. Mt. 8.19; Lc. 9.57-58.

d. La consagración incluía servir humildemente a los demás. Lc. 22.24-27; Jn. 13.1-20.

e. La obediencia a Cristo debe ser motivada por el amor.  Jn. 14.15, 21-25; 15.10-14.

f. Cristo dio el máximo ejemplo de consagración a la Misión de Su Padre. Mt. 16.21; 20.28;  27; Jn. 4.34; 5.30; 15.10; Lc. 22.42.

4. Comunicación:  evangelismo y enseñanza.

a. Lo indispensable del evangelismo: Jn. 4.4, 34 (evangelizar antes que comer).

b. La motivación del evangelismo: el amor, Lc. 9.49-56; Mt. 5.44-48

c. La necesaria obra de Dios Espíritu Santo.  Jn. 3.3-9; 6.63; 7.37-39; 14.16-17; 16.8-15;  Mt. 10.19-20.

d. Jesús enseñó a los incrédulos también, pero de modo especial a sus discípulos:  Mt. 9.35; 26.55; Mr. 6.34;  Mt. 13.11;  Jn. 16.12.

e. La amplitud del evangelismo y enseñanza: Jn. 4.35; Mt. 28.18-20; Mr. 16.15.

5. La Relación con Dios: la oración y las Escrituras.

a. Con su ejemplo y enseñanza Jesús les mostró lo indispensable de la oración.8  Mt. 6.9-15; Lc. 18.1

b. “En conjunto, hay por lo menos sesenta y seis referencias al Antiguo Testamento en sus diálogos con los discípulos en los cuatro Evangelios, para no mencionar más de noventa alusiones… al hablar con otros.”9

6. Delegación: enviarlos progresivamente a la tarea de evangelizar y enseñar.

a. El primer envío de los doce; de dos en dos: Mt. 10.5-25; Mr. 6.30
b. El envío de los setenta: Lc. 10.1-20
c. La Gran Comisión:  Mt. 18.18-20; Mr. 16.15-16; Lc. 24.46-48; Jn. 20.21; Hch. 1.8

7. Supervisión: no se puede esperar más de lo que se está dispuesto a supervisar.

a. Luego del primer envío:  Mr. 6.30
b. Luego del exitoso ministerio de los setenta:  Lc. 10.17
c. Repaso y repetición constantes: Jesús repitió enseñanzas y milagros con el fin de reforzar el entrenamiento de sus discípulos: Mt. 14.13-21 y 15.32-39; Mt. 16.21; 17.22 y 20.18-19.

8. Reproducción:

Un discípulo que reflejaba el carácter de Jesús, y bien entrenado, ya podía ser usado por Dios para reproducir la imagen de Cristo en otros que a su vez reprodujeran el carácter de Jesús en otros, y así sucesivamente.10 Mt. 9.37-38; 28.20; Jn. 4.36-38; 12.24-25; 15.16, 20; 17.20; 20.31; 21.15-17.

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ENÓC PRÍNCIPE.
”RC. Columna y Baluarte”

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